Tan poético como triste debe ser morir sin ver los resultados de un experimento en el que llevas toda la vida inmerso. El físico australiano John Mainstone murió en agosto de 2013 después de sufrir un derrame cerebral. Tenía 78 años. Y dejó este mundo sin ver caer una gota del experimento más longevo de la historia que llevaba más de 50 años custodiando.
El experimento de la gota de brea, como así se le conoce en medio mundo, fue iniciado por su colega Thomas Parnell, el primer profesor de física de la Universidad de Queensland (Australia), en 1927. Parnell quería demostrar a sus alumnos que la brea, un residuo del alquitrán, no era un material sólido. Aunque a temperatura ambiente parece un cristal, en realidad es un líquido de altísima viscosidad, unas 100.000 millones de veces más viscoso que el agua. Con la paciencia suficiente para comprobarlo, también cae en gotas.
Para hacerlo, Parnell colocó una cantidad de brea derretida en una especie de embudo cerrado por abajo que no abrió hasta tres años después, el tiempo suficiente para que este hidrocarburo recuperara su estado original. Debajo, un vaso esperaba a que cayera una gota. Como Mainstone, éste físico murió sin verla caer.
Años después, en 1961, Mainstone recuperó el experimento de alguna sala olvidada de la universidad y se propuso controlarlo más. Pero tuvo la misma poca fortuna que Parnell. Vio algunas gotas pero ya caídas, nunca estuvo delante cuando se depositaron en el vaso. No es extraño, en los 83 años que lleva el experimento en marcha, sólo han caído ocho gotas. Es decir se depositan casi cada 10 años (la duración exacta varía por los cambios de temperatura ambiental) y, cuando lo hacen, apenas tardan 10 minutos en tocar el suelo, un instante en términos relativos.
En realidad, nadie ha visto nunca una gota caer y eso que desde hace unos años se puede seguir por medio de tres webcam.
La historia de Mainstone, que seguía al cargo del experimento incluso después de haberse jubilado como profesor, se torna dramática porque en 2000 lo preparó todo para poder ver al fin una gota. Colocaron una cámara y, apoyados en varios estudios sobre la probabilidad del momento justo, se pusieron a grabar. Pero, justo cuando lo hacía, la cámara se averió.
Y la ciencia se volvió cruel con él cuando otros físicos, éstos del Trinity College de Dublín, se le adelantaron y grabaron por primera vez una gota de brea cayendo el pasado mes de julio en un experimento paralelo que iniciaron mucho después, en 1944, apenas hace 69 años.
“La muerte de John es especialmente triste porque durante el tiempo que ha sido el custodio del experimento, no vio ni siquiera una gota caer”, dice en una nota la responsable actual de la escuela de matemáticas y física de la universidad australiana, Halina Rubinsztein-Dunlop. Mainstone fue el responsable del experimento durante 52 años. Si no hubiera muerto, quizá hubiese tenido una última oportunidad. Los cálculos de sus colegas señalan que antes de que acabe este año, caerá la novena gota de brea.
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